Corrí
tras mis deseos
con
desesperación, falto de ilusiones,
descalzo
de sueños,
viviendo
el sabio delirio de la vida.
Pero
corrí tan deprisa
que
no me di cuenta que
había
que saborear las cosas,
parar
y observar, apreciar, creer.
No
debí de correr tanto
pues
todo se desvanecía a mi paso
perdía
el color y la forma.
Apague
la sed de amar
pero
a su vez creé
la
ansiedad de sentir
y
vi como tu mirada agonizaba
en
la existencia de nuestros sentidos,
subí
a lo más alto buscándote
pero
por más que subía
no
supe ver
que
por mucho que subiera
no
iba a encontrar lo que estaba tan abajo,
tan
próximo a mi
tan
infinitamente cerca.
Y
corrí… corrí tras mis deseos
sin
llegar a alcanzarlos,
sin
llegar a abrazarlos
perdiendo
así…
el
sabor de lo amado.