Atravesar
con mis ojos querría,
tu
alma radiante de luz púrpura,
humeante
de sueños
engarzados
en mi espíritu
y
agarrados en la penumbra
que
una noche
dejó
entre tu y yo,
besando
la vida
que
correteaba despacio
pero a la vez…
era un suspiro veloz
imparable
que partía
de
nuestras entrañas.
En
aquellas algarabías
que
nos hacían sentir inmortales,
aquellos
apetitos eternos
de
ti y de mi
que
amamantaban la ilusión.
Esos
ojos que
también
atravesaron el tiempo
haciendo
de un día
toda
una vida.
Y
vivimos
atravesando
nuestro corazón
con
nuestros besos,
apagando
de esperanzas
las
hermosas amapolas
que
suspiraban cuando
nuestras
almas se cruzaban
ávidas
y sedientas
de
caricias y de pretensiones.
Pero
los sueños y los deseos
son
como el aire
volátiles…
efímeros…
breves…
fugaces…
y
en la inmensidad de un sueño
se
pierden desvaneciéndose,
marchitándose
agazapados
en un rincón triste de
nuestra alma.