Estimado Henk:
cuanto me acuerdo de ti,
de tus clases, de tu vitalidad
y tu sentido del humor.
No sé si llamarte amigo u otro
sobrenombre cariñoso,
la verdad, es que entraste en mi corazón,
por tu bondad, por tu entrega
y por tantas cosas que me aportaste.
Por la confianza que depositaste en mí.
Y sobre todo,
dedicarte mi agradecimiento
por ser como eras.
Cuantos recuerdos me vienen de ti,
y en los últimos días de tu vida,
me alegró poder estar
al menos un poquito contigo,
sacarte al menos una sonrisa
y un poco de alegría
dentro de aquellas cuatro paredes.
Me acuerdo de tus lágrimas,
cuando nos despedíamos pensando
que seria la última vez
que nos veríamos en este mundo.
Quizás los dos cometimos algún
error el uno con el otro,
pero algo subsanable.
Queda lo positivo, lo que realmente
me hace añorar los buenos momentos.
Y sobre todo el cariño que te cogí
después de tantos años.
Si hubiéramos estado mas cerca...
te hubiera llevado a algún campeonato
para que te hubieras embriagado
de tus queridas artes marciales.
Gran maestro de Judo,
luchador hasta el final, con una
valentía y un arrojo sin igual.
Desde el corazón te hablo…
adiós querido amigo,
nos veremos en el cielo.