Atravesé las tinieblas
buscando algo que no sabía el qué.
Vagué y vagué
pero no encontré nada,
me vi a mí
mismo solo,
junto a mis sueños,
a mis luchas
internas,
y a mis defectos.
Comprendí que la vida
no es más que una alucinación
que hay que vivirla
en su máxima expresión,
tropezando y
tratando de mantener el equilibrio a la vez,
cometiendo errores propios
de la inconciencia,
pero errores que me hacían gozar y sufrir.
Seguí buscando y buscando
pero los caminos se tornaban
toscos, áridos y muy difíciles,
la fantasía de vivir
es lo que hace que
des pasos en buena dirección,
pero también
pasos en falso
pudiendo avanzar
y precipitarte por el abismo.
Pero cuando caes
te agarras a cualquier cosa
que haya en tu caída,
hincando las uñas en la tierra
manoteando buscando a lo que aferrarte
pero no puedes,
tus manos se agarrotan
y tu corazón palpita cada vez más rápido,
hasta que finalmente el camino se acaba
y te ves a ti mismo,
a tus utopías, a tu vida, a tu ser
y entiendes que la búsqueda ha acabado,
comprendes que cada paso sea bueno o malo
te forja un camino,
de espejismo o de realidad
hacia el cual te guía,
hacia el cual
te indica
que tu búsqueda…
eres tú.