Escondido tras mis miedos
está el valor,
valor de seguir luchando
contra cualquier enemigo
que se anteponga
en mi camino.
Con la fuerza que me da el karate,
el ansia de superación
que después de tantos años
me ha aportado el entrenamiento.
Cierro mis puños y aprieto
fuertemente mi mandíbula y espero,
a ser atacado para defenderme.
se que en estos momentos
que el enemigo no se vé,
soy mas consciente de mi fuerza,
la fuerza del amor y la vida
hacia todo aquello que aprecio.
Escucho a mi corazón y me dice…
¡adelante!
El duro entrenamiento me ha enseñado
que el enemigo se puede derrotar
con un espíritu fuerte
y no bajando
la guardia
para que los sueños florezcan otra vez.
Espíritu de karate,
espíritu de fortaleza,
espíritu de vida.
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