Veloz
como una espada,
cortando
el aire
al
compas de una exhalación,
mis
caricias se pierden
entre la oscura neblina
causada
por el golpe certero
de
la tristeza
y
atrapado en el borde de un abismo,
enredado
en esa tela de araña
prisionero
en el portal de mi agonía.
Pero
llegaste a mi
para
curar mis heridas
para
sanar mis fantasías
que
perdidas vagaban solitarias
buscando
el calor
de
un abrazo que las arropara,
que
las transformara con la mágica
alquimia
que da un beso,
y que
llamase a mi puerta
atraído
por el tiempo
que
llevo varado
en el puerto de la desesperación
perpetuamente
minuto tras minuto
en
la calle del olvido,
ahora
transformado…
en un sueño esperanzador lleno de alegría.
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