En los valles,
de las sombras que mi pensamiento origina
se forma una turbulencia,
se sublima la forma de una energía que arroya
y absorbe la ensordecedora luz de la armonía
que arrasa con la maldad que la consciencia asiste
realzando la belleza y escupiendo la fealdad
¡pero no de corazón!
sino la fealdad de lo imperfecto,
de lo perecedero, de lo material.
Y asola la calma del pasado
irrumpiendo en la santidad del deseo,
esculpiendo la perfección idolatrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario